Fiorhé, los apartamentos en Bogotá en los que todos quieren vivir

Conozca cómo se planeó y se llevó a cabo este exclusivo proyecto residencial que reúne el talento de tres firmas y que se ha estado planeando por diez años.
La unión hace la fuerza, y por eso para llevar a cabo un proyecto tan hermoso y potente como el edificio Fiorhé Apartamentos (calle 92 # 9A-27, en Bogotá), se juntaron tres empresas de primera categoría: las firmas colombianas Nicolás Manrique Construcción y Octubre, y la mexicana Sordo Madaleno.

Nicolás Manrique es una constructora vanguardista que tiene más de 40 años de experiencia y ha ejecutado varios proyectos icónicos en Bogotá. Ellos fueron los responsables de promover la construcción de esta torre desde el primer momento y han estado al frente de todo el proceso.

Para eso se juntaron con un colaborador frecuente: Octubre, la firma de arquitectura de interiores del reconocido arquitecto Guillermo Arias, que se ha encargado de la compleja labor del interiorismo en Fiorhé.

Hasta ese momento, la alianza era clara y se sabía que iba a ser efectiva, pero faltaba un tercer elemento para lograr conformar un equipo que pudiera lograr un proyecto con las características que este demandaba. 

Fue entonces cuando encontraron a Sordo Madaleno. Es una firma que tiene 85 años de experiencia y más de 400 colaboradores, pero que nunca antes había trabajado en Suramérica. Esta empresa nació en México y su fundador fue Juan Sordo Madaleno, un importante arquitecto que estuvo al frente de más de 18 proyectos en su país.

Un sueño llamado Fiorhé que empezó hace diez años

Fiorhé, que finaliza el proceso de construcción este año, es un edificio de 11 pisos ubicado en el Chicó. Con una posicón esquinera, tiene una ubicación privilegiada que lo conecta al Parque de la 93 y a varios sectores exclusivos de Bogotá.

Está erigido en un espacio de 1660 metros sobre la calle 92. Antes, este espacio estaba ocupado por dos edificios de más de 50 años, así que tomó bastante tiempo consolidar el lote. Fue un trabajo que requirió de tesón y paciencia.

El proceso empezó en el año 2012, cuando Nicolás Manrique Construcción empezó a negociar con los dueños de los apartamentos que estaban en los edificios viejos. “Fue un proceso muy largo y complicado porque tuvimos que negociar con cada una de las familias que vivían allí”, cuenta Nicolás Manrique, director de la firma.

Finalmente, lograron tener listo el lote en 2017. Fue allí cuando empezaron a buscar cuál era el aliado perfecto para diseñar el edificio que tenían en mente

“Queríamos que fuera algo ligado a nuestra cultura y nuestra arquitectura, pero que fuera algo novedoso, distinto. Que nos trajera un nuevo approach a este proyecto porque, como bien lo dijimos, nos costó mucho tiempo, trabajo y esfuerzo sacar adelante este lote”.

El socio ideal

“Fue cuando encontramos que México tenía similitudes arquitectónicas con Bogotá y fuimos allá a buscar. Fue cuando conocimos a Sordo Madaleno”, cuenta Manrique.

En ese año decidieron hacer un concurso para que varias firmas de Colombia propusieran cuál podría ser el diseño más adecuado para un lote con esas características. Entonces los mexicanos se animaron a participar y ganaron el concurso. 

Una de las cosas por las que Sordo Madaleno logró llamar la atención de Manrique fue que en menos de un mes, que fue lo que duró la convocatoria, prepararon dos propuestas diferentes, dos posibles proyectos para construir en el lote de lo que hoy es Fiorhé. Por supuesto, lograr tanto en tan poco tiempo fue un diferencial.

De hecho, fueron ellos quienes pensaron en el nombre del proyecto desde el principio: Fiorhé, que viene del italiano fiore y hace referencia a la naturaleza que rodea el proyecto.

“Hicimos una propuesta basada en lo que estudiamos de la arquitectura de Bogotá. Buscamos una fachada atemporal, abierta y ordenada, que dialogara con la naturaleza que hay alrededor”, dice Andrés Muñoz, director de proyectos de Sordo Madaleno.

El reto del interiorismo

Por su parte, Guillermo Arias explica que el interiorismo en Fiorhé Apartamentos no se redujo a escoger colores y acabados, sino que en este caso tuvieron que reorganizar la distribución de los espacios. “Hay clientes que compraron un apartamento y medio o dos apartamentos para unirlos. Hubo unos dúplex que se redujeron, por ejemplo”. 

Esto significa que cada apartamento está completamente personalizado según las necesidades específicas del cliente final. Y es que con el tiempo los usos que se le dan a cada espacio han evolucionado. Arias reflexiona que “antes, en Bogotá, los espacios de los apartamentos eran muy estáticos, con usos muy definidos. Eso ha cambiado”. 

“Las salas tienen muchos usos más allá de recibir a las visitas. Ahora en ellas se trabaja, se descansa, incluso se cocina. En Fiorhé, la sala es el núcleo del apartamento. De hecho ahí llega el ascensor privado”.

Ese mismo concepto se extiende a las zonas sociales del edificio, no solo de los apartamentos: la piscina (de 20 metros lineales), el salón de juegos, el área infantil y el espacio de coworking están pensados para compartir y para disfrutar del aire libre sin salir del edificio.

Con esas ideas claras, hoy Fiorhé está cambiando este sector de la ciudad y se está convirtiendo en uno de los edificios de apartamentos más apetecidos y exclusivos de Bogotá. 

Y no es para menos, pues su ubicación, su diseño disruptivo y atemporal, las comodidades que ofrece y la personalización que permite lo hacen un proyecto único que seguramente se va a convertir en un ícono de la ciudad.

Fuente: Revistaaxxis.com.co

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